Un testamento es el acto por el que se disponen las últimas voluntades de una persona acerca de su patrimonio. Hay que saber cómo se impugna un testamento puesto que es un acto que requiere de ciertas características legales para ser válido.
La impugnación de un testamento es el procedimiento civil mediante el cual una persona expresa su descuerdo con las últimas voluntades del fallecido, ya sea por los herederos que figuran o por el reparto elaborado. En el primero de los casos, hablamos de las disposiciones testamentarias que ataquen a los derechos legítimos, mientras que, en el segundo, nos referimos a la voluntad del testador de incluir o no a unas personas u otras en el testamento de forma deliberada.
¿Quién puede impugnar un testamento?
La impugnación de un testamento está condicionada por la relación que existe entre el fallecido y la persona interesada en cambiar sus últimas voluntades. Por tanto, sólo tienen derecho a presentar una reclamación las personas que la ley establece.
En este punto, cabe destacar la figura del heredero forzoso, esto es, la persona que tiene el derecho a recibir la parte legítima de la herencia. La parte legítima es esa parte del patrimonio a la que ni siquiera el testador puede poner dueño, de manera que situamos como herederos forzosos a los hijos y descendientes, a los padres y ascendientes en caso de que no existan los primeros o, en su defecto, al cónyuge.
¿Cuándo puedes impugnar un testamento?
Según el artículo 675 del Código Civil, queda prohibido que el testador evite la impugnación testamentaria una vez haya fallecido y se haga al reparto de sus bienes. Sin embargo, la ley sí le permite establecer que quien pueda impugnar el testamento no reciba más patrimonio que el que figure en la legítima estricta, es decir, la tercera parte que debe ir destinada obligatoriamente a los herederos forzosos.
Así, podemos diferenciar tres situaciones en las que una persona puede ejercer su derecho a rebatir un testamento por considerar que su reparto no atiende a los derechos sucesorios:
La legítima. Como adelantamos, es la parte que la Ley reserva a los herederos forzosos. De esta manera, el afectado podrá reclamar la impugnación de un testamento cuando, siendo hijo del cónyuge, no aparece en el documento. Por su parte, el testador puede distribuir el tercio de libre disposición a quien quiera, familiar o no familiar, mientras que el tercio de mejora podrá asignarlo como prefiera entre los legitimarios.
Desheredación. Esta es una parte muy importante dentro de la impugnación de un testamento, porque la persona afectada perderá sus derechos a reclamar la legítima de la herencia si el testador ha decidido desheredarle. Debe tratarse de casos que la ley prevé expresamente.
En el caso de los hijos, podrán ser desheredados cuando hayan negado el alimento o la atención a sus padres, así como cuando haya existido maltrato físico o psicológico. Por su parte, tendrá lugar la desheredación de padres o ascendientes cuando éstos, de la misma forma, hayan negado el alimento a sus hijos o si ha existido maltrato entre ambas partes. Por último, cuando el heredero es el cónyuge, porque no exista figura descendiente o ascendiente, el testador podrá recurrir a la desheredación cuando no haya cumplido con los deberes conyugales.
Incapacidad del causante. El artículo 663 del Código Civil expresa que el testador debe tener la capacidad de repartir su patrimonio, de manera que considera impugnables los testamentos realizados por menores de 14 años y por aquellas personas que no son capaces de expresar su voluntad pese a contar con medios para ello.
¿Cómo se puede impugnar un testamento?
Para impugnar un testamento, como afectado deberás demandar judicialmente con el asesoramiento de un abogado especialista en Derecho Civil. Se trata de un proceso que necesita interponer la demanda por medio del Juzgado de Primera Instancia del lugar donde haya fallecido.
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