Es muy normal estar nervioso en esa primera visita al abogado. Por fin vamos a exponer nuestro problema, ese que llevamos semanas dándole vueltas a la cabeza, es comprensible estar nerviosos ya que no sabemos lo que va a opinar de nuestro problema, si va a tener solución o no o si la solución va a ser muy complicada y costosa incluso sin garantías de que nos den la razón.
Por ello, muchas veces intentamos endulzar la historia u omitir algunos detalles delicados, con la esperanza de que el profesional jurídico con el que hablamos nos dé mejores expectativas. Esto es un error tan grave como ocultar información de nuestra salud personal al médico evitando que su diagnóstico, y por tanto el tratamiento, sean los correctos.
Cuando a un abogado o asesor jurídico le falta información sobre nuestro caso es seguro que en algún momento del procedimiento esa información va a ser relevante y va a salir a la luz. Son estos detalles los que nos hacen perder casos que de otra forma y con el abogado teniendo pleno conocimiento de todas las circunstancias del caso estarían ganados al haberse previsto otra estrategia procesal u otra vía de actuación de antemano. A veces los detalles no los ocultamos intencionadamente, en ocasiones, simplemente los omitimos porque pensamos que no son jurídicamente relevantes o que de cara a la preparación de un juicio no aportan nada, pero la verdad es que es el abogado quien tiene que apreciar eso y decidir con la mayor información posible los pasos a seguir.
También es normal haberse informado antes de acudir a la cita con el abogado, todos hemos preguntado a amigos o conocidos que hayan pasado por una situación parecida o hemos buscado por internet casos como el nuestro, de manera que vamos a la reunión con una idea de lo que nos van a contestar. Esto no tiene por qué ser así, si el abogado nos dice una respuesta distinta a la que da nuestro amigo o la que nos salía en la búsqueda de Google no hemos de discutírselo, es tontería acudir a un profesional si pensamos que tenemos la respuesta por otros medios. Los foros, los amigos o los conocidos no son profesionales que hayan estudiado Derecho y tengan su experiencia en estos casos para asesorarnos realmente sobre nuestro problema.
Además, debemos prestar atención a lo que nos comenta el letrado y hacer caso paso por paso. Es de suma importancia hacer lo que nos dice porque de lo contrario sólo nos perjudicaremos a nosotros mismos. En la reunión debemos preguntar todo lo que nos genere dudas hasta quedar satisfechos porque una de las peores situaciones en las que nos podemos encontrar cuando afrontemos un problema jurídico es la de cambiar de opinión cada pocos días. Debemos adoptar una línea de actuación y seguirla al pie de la letra, de lo contrario nos veremos enredados en nuestros propios pasos.
En definitiva, si vamos a una consulta jurídica debemos exponer claramente y desde el principio el problema, aportando todos los datos que tenemos y todo el contexto de la situación. Compartiremos las causas y antecedentes que puedan haberse dado antes de los hechos, los hechos en sí y las actuaciones que se hayan derivado a partir de los hechos tanto por nuestra parte como por la contraria. Y tras la misma nos ceñiremos a los consejos y recomendaciones del abogado, por encima de todo evitaremos actuar por nuestra cuenta ya que en raras ocasiones sale bien, seguiremos un plan de acción en el que el abogado hará su parte y nosotros la nuestra esperando con paciencia el resultado.
Si tienes un problema para el que necesitas consultar con un abogado y recibir una respuesta jurídica cierta que resuelva la situación, contáctanos.
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